Fue la última en entrar en el grupo. El día que llegó, pensamos que era una chica tímida, apocada, de esas que sólo escuchan y que contestan con monosílabos extraídos con fuerza con el sacacorchos de la insistencia.
Y fue así, ese día, y también el segundo. Pero al tercero la confianza se le juntó con el aceite del descaro, extrajo la lengua de su boca y comenzó a hablar con la misma potencia que una batidora. Y con la misma rapidez.
Nos hizo a todos mayonesa en el cerebro.
Comenzó siendo como Carmen en Cinco horas con Mario y éso que la clase sólo duraba dos. Pero ella sabía concentrarlo o lo que es peor, sabía amenazarnos “graciosamente” (para ella) con el continuará de la historia caótica, de la cual, nunca podíamos llegar a hacer un resumen, porque llegaba a tener varias bifurcaciones.
Continuó creyéndose que trabajaba en El Club de la Comedia. Y no nos hacía un monólogo, no. Sus personajes internos eran muchos y por lo menos a tres voces teníamos que escuchar. Estaba poseída, como si fuera Regan en El Exorcista. Pero ella, no nos insultaba, tampoco nos vomitaba. Sonreía y reía, creía que nos hacía gracia, y nosotros que no sabíamos cómo alejarnos de ese Mal, le devolvíamos las sonrisas y las risas intentando mientras tanto no saltar hasta su cuello para poder arrancarle sus cuerdas vocales y dejarla muda.
Muda, ese era nuestro deseo, que se quedara muda.
Y ella siguió hablando y hablando, y nosotros fuimos perdiendo poco a poco el recuerdo de a qué y por qué empezamos a ir al taller. Y nos olvidamos de cuando éramos un grupo que escribíamos. Y nos olvidamos que después escuchábamos nuestras historias. Y nos quedamos sólo escuchando, a ella. En clase, en el bar cuando íbamos a tomar una cerveza. En casa, cuando localizó nuestros teléfonos.
Y poco a poco, nuestras orejas se hicieron grandes de tanto escuchar, pero dejamos de oír. Y nuestros ojos se hicieron grandes, de tanto mirarla, pero dejamos de verla. Y su boca, se fue creciendo. Sólo tenía boca, boca con lengua motora, que fue asesinando nuestra imaginación y acabó con nuestros sentidos.
Nota de la autora:
(Pretendía ser una caricatura de mí JA, JA)
Y ya se sabe, en una caricatura hay que exagerar y distorsionar…. la imagen…
Los compañeros muy amables, dijeron que yo NOOOO era así.
Y fue así, ese día, y también el segundo. Pero al tercero la confianza se le juntó con el aceite del descaro, extrajo la lengua de su boca y comenzó a hablar con la misma potencia que una batidora. Y con la misma rapidez.
Nos hizo a todos mayonesa en el cerebro.
Comenzó siendo como Carmen en Cinco horas con Mario y éso que la clase sólo duraba dos. Pero ella sabía concentrarlo o lo que es peor, sabía amenazarnos “graciosamente” (para ella) con el continuará de la historia caótica, de la cual, nunca podíamos llegar a hacer un resumen, porque llegaba a tener varias bifurcaciones.
Continuó creyéndose que trabajaba en El Club de la Comedia. Y no nos hacía un monólogo, no. Sus personajes internos eran muchos y por lo menos a tres voces teníamos que escuchar. Estaba poseída, como si fuera Regan en El Exorcista. Pero ella, no nos insultaba, tampoco nos vomitaba. Sonreía y reía, creía que nos hacía gracia, y nosotros que no sabíamos cómo alejarnos de ese Mal, le devolvíamos las sonrisas y las risas intentando mientras tanto no saltar hasta su cuello para poder arrancarle sus cuerdas vocales y dejarla muda.
Muda, ese era nuestro deseo, que se quedara muda.
Y ella siguió hablando y hablando, y nosotros fuimos perdiendo poco a poco el recuerdo de a qué y por qué empezamos a ir al taller. Y nos olvidamos de cuando éramos un grupo que escribíamos. Y nos olvidamos que después escuchábamos nuestras historias. Y nos quedamos sólo escuchando, a ella. En clase, en el bar cuando íbamos a tomar una cerveza. En casa, cuando localizó nuestros teléfonos.
Y poco a poco, nuestras orejas se hicieron grandes de tanto escuchar, pero dejamos de oír. Y nuestros ojos se hicieron grandes, de tanto mirarla, pero dejamos de verla. Y su boca, se fue creciendo. Sólo tenía boca, boca con lengua motora, que fue asesinando nuestra imaginación y acabó con nuestros sentidos.
Nota de la autora:
(Pretendía ser una caricatura de mí JA, JA)
Y ya se sabe, en una caricatura hay que exagerar y distorsionar…. la imagen…
Los compañeros muy amables, dijeron que yo NOOOO era así.
11 comentarios:
Mi preciosa amiga, no sabes cuánto desearía escucharte hablar sin parar hasta que mis orejas crecieran de forma descomunal. Debe ser delicioso conversar contigo. Vaya caricatura tan bella de una mujer encantadora,
Un beso,
Carlos Eduardo
Jajaja, no cualquiera soporta una caricatura!!
Un abrazo.
jajajaja, que rana mas pesada. Menos mal que sólo es una exageración. No obstante, reconocer los defectos ya es una gran virtud, pero exhibirlos... Me gusta esa rana. Estoy seguro de que si llegase el príncipe adecuado que la besara, se convertiría en una princesa de cuentos de hadas.
Un beso (¿de príncipe encantado?)
Buenisísmo EoE me ha encantado :D
ehmm reconozco que he llegado a pensar que estabas narrando una pesadilla o_Ô ¡andá! pesadilla es una palabra de doble sentido ;P
No en serio, como han dicho por ahí arriba no todos sabemos caricaturizarnos y me quito el sombrero, tanto por la idea como por la forma tan divertida de llevarla a cabo ^-^
PD: Y de pesadilla no tienes ná de ná :*
espero que no seas así, los abrazos dicen más que las palabras
amor
Debes ser un torrente de imaginación para llenar tantos huecos tertulianos. Nos llevaríamos a las mil maravillas porque yo suelo hablar mucho cuando conecto. No soporto a las amistades calladas. Los silencios me matan en esas amistades aunque....bienaventuradas/os las/os que no tienen nada que decir , y no lo dicen por más que se les insista.
Ya hemos regresado del viaje de estas vaciones. Si no nos leyera nadie te lo contaba por lo superfeliz que he sido. JAJAJAJAJA.
Te mandamos besos felices.
Cuando quieras, te invito a un café y me sigues hablando de tí, muy divertido,jajaja.
besos
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Hacer una caricatura de uno mismo creo que es más saludable mentalmente y bueno, a mí me resulta más fácil.
Hacerla de otro... uuff... me costaría más, porque podría ser malinterpretada o incluso dañar.
Ahora... de personajes inventados... ya es otra cosa.
Intentaré reírme de mí más veces... Si divierte a los demás...
Un abrazo para todos (Bueno, uno para cada uno)
Siempre existen formas de que la rana deje de croar, croando más fuerte, ja, ja.
Es una caricatura?, no lo creo. Te imagino generosa, pausada, permitiendo a los otros la expresión.
A mí particularmente me molestan las ranas egocéntricas, cuando no puedo silenciarlas me alejo.
Con vos me sucede todo lo contrario, así que imagino esa rana es alguien que tuviste que padecer en el taller.
Te dejo un abrazo.
Tu relato es genial, mira que viene de una rana que dice la verdad, caso contrario se convierte en un escuerzo...
Alicia
Esta bueno de vez en cuando ser una caricatura...¿ o no...? no se...
Bueno, de todos modos, y como siempre, un placer leerte.
Gracias por dejarme saber algo de tu mundo.
jajajaja...muy divertido, buena caricatura
Un beso Gizz
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