Yo de mayor siempre quise ser misionera. Pero ya me ves, me hice puta. Y es que en este pueblo las profesiones se heredan.
Nunca me olvidaré de ese misionero que vino un día a la iglesia y nos contó cómo vivían los niños por la China o por ahí, creo yo, porque nos enseñó fotos y tenían los ojos como estreñidos. Y venga a contarnos lo que se podía hacer con el dinero que diéramos en misa. Yo no podía dar nada, era muy pequeña, pero salí corriendo a buscar a mi madre y se lo pedí. Mi madre no podía ir a misa. Era la puta de San Antonio de Las Sandalias y entonces ser puta no estaba bien visto.
Yo ahora suelo ir a la iglesia; hombre, no es que vaya todos los domingos, pero lo procuro.
Lo de misionera ya vi yo con el tiempo que no podía ser, sobre todo cuando mi madre empezó a enseñarme el oficio. Y es lo que pasa en este pueblo, que no hay dos personas con el mismo oficio; es que somos pocos y tenemos que repartirnos. Y a mí me tocó el de puta, qué me iba a tocar si no. Y no me quejo. Hombre, tampoco hay ahora tanto trabajo como el de antes y es que ya se sabe, los jóvenes de ahora tienen motos y se van a otros pueblos a las fiestas y eso. Claro, no se van a ir con una vieja como yo. Bueno, alguno que otro ya ha venido, pero porque le ha traído su padre. No es por presumir ni porque sea la única del pueblo, pero buena fama entre los machos ya tengo. Y es sabido que los padres quieren lo mejor para sus hijos y por eso la mayoría los traen la primera vez. A algunos les gusta porque repiten.
Yo también tengo una hija, pero no vive en el pueblo. Cuando era pequeña, la mandé interna a un colegio en la ciudad y ha estudiado, que sabe escribir a máquina y todo. Ya lleva trabajando como un año de secretaria, pero seguro que lo deja porque se ha echado novio y quieren casarse y, ya se sabe, los hombres prefieren ver a la mujer en casa. Él a mí no me conoce, yo ya la he dicho a mi hija que “chitón”, que ni se le ocurra decir que su madre es puta, como que me he muerto, que no le diga nada. Y es que yo ya sé que fuera de San Antonio de Las Sandalias esto está mal visto. Aquí no es tan grave, que a mí hasta me saludan las mujeres por la calle. Y es que ellas ya saben que sus maridos me visitan, pero se hace discreto. Y hasta yo creo que están agradecidas, porque tampoco es que sean hombres viciosos, bueno alguno, pero pocos; si ellos vienen cuando a la mujer le ha venido el mes, o están recién paridas, o enfermas. Y ya se sabe que a los hombres les da el apretón y tienen que desfogarse. Y mira, ellas tranquilas en casa y yo me gano la vida. Por eso en este pueblo, menos cuatro, lo entienden todos, oye como el que va al panadero si quiere pan, o al carnicero si quiere carne; y si quieren los hombres echar un polvo pues adónde van a ir, donde Manuela, que siempre le hace un apaño.
Cansao, cansao, tampoco es que sea, depende de las lunas a veces se me acumula la faena. Por lo general dos o tres veces al día, oye, y que es media hora con cada uno, que mucho más no aguantan; a veces algunos se quedan un rato más para darle a la cháchara, que nos conocemos de toda la vida, y, oye, yo les pregunto por las mujeres y los hijos, que yo estudios no tengo pero educación sí. Que mi madre siempre me lo decía, tú, Manuela, serás puta, pero educada ¿eh?, que eso no cuesta nada.
Así que lo que te decía, que me queda tiempo para hacer las cosas de casa, y hasta leo revistas donde salen las artistas, tardo, pero leo, que me enseñó mi hija cuando venía de vacaciones. Y, oye, que se ve mucho mundo leyendo, y también le escribo cartas a mi hija, porque ahora que tiene novio no quiero que venga, que ya habrá tiempo digo yo. Oye, que algún día tendré que dejar de trabajar y mira, si les va bien puedo ir a vivir con ellos a la ciudad. Pero si le dice que me he muerto cómo voy a ir. Anda, que a mí también a veces no me funciona la cabeza.
Y lo que yo me pregunto es quién va a ser la puta de San Antonio de Las Sandalias cuando yo me muera. Oye, es que eso me tiene preocupada, que yo soy una profesional.
Para quien me ha pedido que lo cuelgue... Y para quien lo quiera leer. Es un personaje al que le tengo mucho cariño.
Este relato lo edité en el libro "de animis fabulosis" "Taller de escritura creativa Alfa"