domingo, 8 de junio de 2008

MICROCUENTOS



Nació y la llamaron Contraria.
De pequeña se divertía matando ranas a perdigonazos.
Cuando tenía catorce años decidió ingresar en un convento.
Aprendió a hacer yemas.
También a estar callada.
Dos décadas después de vivir en clausura se acordó de las ranas y se sintió culpable.
Decidió volver a su pueblo.
Ahora vive allí, junta a la charca.

Comienza la sección de Microcuentos. ¿Te atreves tú con uno?






8 comentarios:

Gizela dijo...

ESPERANDO EL PRÍNCIPE?
Como siempre, genial
Contraria se mudo cerca de la charca, y u cada vez más escritora..de las buenas
Un beso amiga

Mon dijo...

Hola muy buenas. Si hablamos de microcuentos, o microrelatos, te recomiendo los de mi amiga Sonsoles en fotolog (http://www.fotolog.com/sonsolesyowanka), la chica lo borda, aunque el tuyo también mola.

saludos!

Jon Doe dijo...

No me veo condensando una historia en palabras contadas. Me gusta el tuyo de ranas y monjitas con complejo de culpa.

:)

Un besote.

Arcángel Mirón dijo...

Ay, yo que no mato una mosca... pobres ranas. Claro que se siente culpable!

Un beso.

:)

E.M.López dijo...

No se puede contar mejor una historia con tan pocas palabras jejejeje... y el dibujito muy simpático. Enhorabuena.

Besitos!!!!

caselo dijo...

Absorto en sus pensamientos escuchó la voz de alarma: "Atrápenlo, ladrón, que no escape" Un hombre corría desesperado en medio de la muchedumbre. Con frialdad se interpuso en su camino; lo agarró del brazo y en el fragor de la lucha, por poco pierde el equilibrio. Cuando estuvieron frente a frente su sorpresa fue enorme. No podía ser, eran idénticos: el mismo rostro, igual estatura, hasta compartían la cojera en la pierna derecha.Se miraron, le guiñó el ojo, se soltó y desapareció despuès de atravesar la calle.
"No puede ser verdad tanta coincidencia coincidencia" murmuró horas más tarde mientras se acostumbraba a su primera noche en el calabozo"

Bueno, no es tan corto pero te lo dejo con mucho cariño. Un abrazo,

Carlos Eduardo

Mina dijo...

...después de otras dos décadas viviendo junto a la charca y observando a aquellas ranas que le recordaban su niñez decidió volverse al convento. Tal vez con la meditación y el silencio de los muros del convento se acallaran sus ganas de apedrear a las ranas...
¡Qué casualidad! Hoy hemos publicado un microrrelato en nuestro blog y de repente nos hemos encontrado con el tuyo. ¡Hasta tenemos la misma foto de Mafalda!
Encantadas de saludarte

Martín dijo...

Mas que microcuento, es un supercuento...
Me encanto!!!
Un abrazo!