Érase una vez un país inmenso que ocupaba toda la tierra. Las personas que lo habitaban eran como nosotros, pero con una peculiaridad: Eran todos calvos. Mujeres y hombres, jóvenes y ancianos, todo calvos.
La historia que os voy a contar comenzó un mes de julio brillante. El príncipe Rodolfo iba a casarse con la princesa Priscilla. Todo el pueblo estaba contento y celebraron festejos por todo el país.
En la capital del reino todo estaba preparado para el enlace. Como era el único país del mundo no podían venir Reyes de otros países, ya que no existían, así que las personalidades más importantes estaban invitadas. A primera hora de la mañana empezaron a llegar: las brujas, seguidas de las hadas madrinas, curanderos, sabios, bailarines, actores y demás.
Cuando llegó la princesa Priscilla al altar ya le estaba esperando el príncipe Rodolfo. La brillantez en la cabeza de todos los asistentes iluminaba todo el palacio. Sólo, por su rango, los Reyes portaban en sus cabezas las coronas imperiales.
En el momento que los novios afirmaron que querían ser el uno para el otro, y en medio de los aplausos, apareció La Bruja mala Sigfrida. Con paso firme recorrió todo el pasillo hasta llegar donde estaban los contrayentes, y dirigiéndose al príncipe Rodolfo le dijo:
— Yo siempre pensé que te casarías conmigo y por ignorarme así, yo os maldigo y os digo: Que todos los hijos que tengáis tendrán en sus cabezas pelos como los que cubren al león.
Y así ocurrió, a los nueve meses nació su primera hija, con toda la cabeza cubierta por pelo negro. Vanos fueron los intentos de las brujas buenas para contrarrestar el conjuro de La Bruja Sigfrida. La nueva princesa creció, y con ella el pelo de su cabeza. Lo mismo les sucedió a los siguientes hijos de los príncipes. Todos y sin excepción nacieron con pelo en la cabeza.
La vergüenza de los infantes, entre todo el pueblo calvo, era grande. No querían jugar con otros niños, y poco a poco se encerraron en palacio. Sus padres apenados, pidieron ayuda a La Hada Madrina Celeste. Esta se hizo protectora de los pequeños, y después de pasar una temporada con ellos comunicó a los príncipes que la única solución que había para que los niños salieran de su encierro, era que todo el pueblo, jóvenes y ancianos, mujeres y hombre fueran ungidos por un ungüento que les hiciera crecer el pelo. Y de esta manera todos serían iguales.
Este fue el origen por el que todos tenemos pelo en la cabeza. Aunque también ocurre que quien pierde su Hada Madrina, va perdiendo poco a poco el pelo de su cabeza.
17 comentarios:
Genial!!! digno de contar a un chiquillo por su sencillez y magia.
Muy bonito. Lo mismo das para las hadas que para la nostalgia...
Un beso.
Un relato magnifico, debe ser que conmigo se pasaron en el ungüento jijii
besos
De entre todas las maldiciones esta bruja escogió una ligerita... aunque ya era consciente de que a los humanos nos cuesta sobreponernos a las diferencias.
Besos!
Muy calvo, pero qué bella figurita. Tengo un dicho que dice: "de tan feo es divino"
Shanty
Bello cuento.
Hay que decirle a los calvos que recuperen su Hada jeje
Feliz comienzo de semana
Besos Gizz
Joé, o sea que a la mala noticia cotidiana de la huida de mis pelos, hay que añadir la huida de mi hada madrina...
:(
Un abrazo.
Bonito, me ha gustado. ¡cuánta hada huida hay por ahí!, no te parece? estamos perdiendo la magia...por eso se agradecen textos como el tuyo.
saludos
para nada tengo el don del poeta, sin embargo me encanta leerte, reconozco que eres de las que me dejan con ese sabor extraño de la sencillez convertida en parrafos de cuentos y poemas.
Gracias por el comentario. He descuidado éste placer pero retomaré el camino.
Un saludo and...
I loved you blog!
jjejejeje,
Exquisito! tan dulce como un marshmellow. Un gusto leerte, visítame cuando puedas.
Como ya sabes, adoro a las brujas y me ha parecido magnífica la maldición de Sigfrida, aunque siempre tiene que haber un hada madrina para joerlo todo, en fin... al final el tiempo pone a todos en su sitio y se comprueba que las hadas madrinas no son tan leales como uno se piensa jiji
M'ancatao el cuento.
Gracias :)
Le diré a mi hijo que busque a su hada madrina por donde sea. Un beso
Nunca lo hubiera imaginado que la perdida de cabello va asociada a la huida del Hada Madrina. Si soy sincera me gustaría, ahora que se acerca el veranito, que ciertas partes de mi cuerpo se congraciaran con La Bruja Mala Sigfrida y que obrara el milagro de olvidarme de la depilación.
Te mandamos besos felices.
Como dice Eduardo Galeano, cada pelo que se pierde es un compañero caído en la batalla.
;)
un beso
musa
Que buen relato, me encanto y eso me hizo sentir mas nena, lo que tambien me gusto, por un rato.
besos.
Sera que estoy perdiendo mi hada madrina...
GENIAL...
UN ABRAZO!!!
Eso sí que es sabiduría.
Por las dudas voy a cuidar más a mi Hada Madrina, no vaya ser que se enoje y la maldición me encuentre.
Un abrazo.
Es un placer visitarte.
Alicia
Me intriga. Me intriga ese sabor, aunque no tengo la curiosidad convencida de querer probarlo...
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