Perdió al poker y se cortó la coleta. Bueno, más bien se la cortaron. Ella llevaba muchos años con él y le dolió perderla. Pero su orgullo se alojaba en su vida desde hace más tiempo atrás, y apostó por él. Esta vez no le salió bien. Para que engañarnos, las otras veces tampoco. Y perdió otras cosas.
Nunca le salía bien cuando usaba el arma equivocada.
Michael Ojos Azules, tendió la navaja a su contrincante. Esa era la ley. De un solo tajo el enemigo le rasgó años de posición y de poder. Además de sufrir esa vergüenza pública, Michael Ojos Azules tuvo que sentir el descosido en su yo más interior. Sintió el sesgo y fue con su propia arma. Esa era la ley. El enemigo se hacía dueño de todo, por unos momentos. Y también después, cuando lucía con orgullo otra coleta atada al resto de trofeos que circundaban su cráneo rapado.
Michael Ojos Azules pertenecía al “Club Selecto de los Poetas Nocturnos de Salamanca” desde hace más de unos cuantos años.
En su Iniciación llegó limpio. Sin larguras en sus cabellos, ni en sus experiencias. Para llegar a ser miembro las pruebas eran muy duras. El primer año fue toda una demostración. Al pasado, al futuro y lo que era peor, al presente. Siempre la crueldad sufrida por otros en el pasado ha sido más fuerte cuando se ha podido impregnar en el novato. Pero Michael Ojos Azules era fuerte. Muy fuerte. Tenía el arma más poderosa. Ellos ni la intuían. Conocían con los ojos cerrados las pantallas y las arrojaflechas de sus máquinas informatizadas por otros. Pero eran incapaces de reconocer la que tenían delante de su cuerpo. Era un arma que permanecía oculta en las peleas de puño, de sangre, de cuerpos de gimnasio o de universidad de la calle.
El arma secreta de Michael Ojos Azules eran sus palabras. A veces llegaban “al contrario” viajando por el mundo de las ondas o de los satélites. Algunas de ellas eran lanzadas por él, frente a frente.
Somethimes, Michael Ojos Azules “copilotaba” vehículos a los que arrojaba palabras que de verdad no sentía.
Michael Ojos Azules perdió su coleta. Y aunque el pesimismo, la desesperación, el desconcierto, se apoderaron de él en ciertos momentos de palabras escritas en cuaderno de tapas negras… Michael Ojos Azules descubrió el poder de su arma regalada por los Dioses. El arma con munición de palabras. Pero las palabras podían tener muchos significados. De hecho eso era lo que hacía mejor una palabra con un tipo de perdigón o de otro.
Michael Ojos Azules, eligió el silencio. Miró a su alrededor. Escuchó. Y saboreó gambas a la plancha acompañadas por seres queridos. Regaló muñecas de plata colgadas en pulseras de ternura, y en ese momento fue cuando disparó palabras con pólvora de amor. Incluso, hacia quien nunca fue su enemigo…
Para ti... primito...
Tu coleta se merecía más que una oda.
Autora: Lourdes .G