domingo, 15 de noviembre de 2009

LAS ESTADÍSTICAS




Todo comenzó cuando por ley estuve obligada a convertirme en jubilada. Llevaba 45 años en el Departamento de Estadística del Gobierno Central,.Toda una vida contando: el número de seiscientos en carretera, la cantidad de mujeres universitarias en los sesenta y en los setenta, y más; el número de familias numerosas, y de sindicatos, y de divorcios. Durante 45 años conté la historia del país.


Y me encontré a los 65 años en casa, sola. Mi marido hacía cinco años que había fallecido. Fue un duro golpe, pero mi trabajo me entretenía y me refugié en él. Mis hijos ya no estaban en casa. Todos, uno a uno habían tomado sus vidas, y yo lo entendía, era algo natural. Si hubiera buscado un entretenimiento hubiera tenido el tiempo ocupado; pero no supe hacerlo, o no quise, no sé.

Y empecé a entretenerme en apuntar todo lo que hacían mis hijos, y comencé por contar las veces que me llamaban cada uno, y a final de mes analizaba los totales.

Lidia me ha llamado cinco veces, son pocas claro, pero este mes la niña se le ha puesto enferma, y es natural no habrá tenido tanto tiempo.
Pero Luis no tiene perdón, sólo diez veces, una llamada cada tres días, y ahora dirá que ha sido por trabajo. Y sé que sólo ha volado una semana, los pilotos han tenido huelga casi todo el mes. No sé lo que habrá hecho.
Mi Juan en cambio, siempre tan cariñoso. Todas las noches una llamadita, aunque sea corta. Él siempre antes de entrar en el pub me llama. Para que luego digan sus hermanos que es una bala perdida.

Cuando la estadística de las llamadas no me llenó, empecé con sus visitas, y después con los regalos que me hacían, y cuándo, porque no era lo mismo los regalos de compromiso en fechas señaladas, como los que llegan sin ser esperados.

Juan este año me ha mandado flores diez veces, porque claro, me ha visto un día sí y otro no, y se me ve deprimida. Lidia, si no es en mi cumpleaños o en Navidades, no hay regalo que valga. Y Luis, de ese mejor no hablamos, sus regalos siempre llegan con retraso, y porque se lo recordará Juan.

Y así contando una cosa y la otra se me pasaron dos años, y no hubiera sido malo, si sólo hubiera contado, pero no, empecé a decirle a Luis que poco me llamaba, y por qué no venía a verme; y además de contar también comparaba.

Porque hijo, tu hermano Juan también está muy ocupado, pero te puedo decir las veces que me ha llamado este mes, y el número de visita .Cortas, pero ha venido.

Y Luis se enfadó, y su estadística empezó a bajar, y luego la de Lidia.

Ya sé que los niños te absorben pero nunca vienes. Y yo no quiero ir a tu casa. No quiero ser un estorbo, ni molestar. Que tu marido no dice nada, pero sé que cuando voy no está diríamos a gusto. Que se le nota en la cara.


Entonces Juan tuvo el accidente, y ya no pudo llamarme, ni escucharme, ni regalarme.

Y ahora pienso, y si no hubiera contado todas sus vidas, quizás ahora no tendría una vida con la estadística en negativo.