miércoles, 29 de octubre de 2008

LA BELLA DURMIENTE…

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Y si a los Reyes Magos nunca les llegan nuestras cartas pidiendo regalos…

Y si Las hadas no pueden conceder deseos porque no existen.
Y en cambio sí que viven Las brujas que te conceden deseos no deseados…

Y si La
Bella durmiente mordió la manzana y murió envenenada…

Y si la Lámpara de Aladino no tiene genio…

Y si a la madre de Bamby no la mató un cazador y llevamos años
llorando por ese momento…

Y si al Lobo Feroz no le gustaba comer abuelitas.
Porque siempre prefirió una oveja tierna…

Y si el
Ratoncito Pérez no se entera cuando se nos cae un diente.
Y si nunca ha salido de las alcantarillas donde mora…

Y si Las Sirenas no viven en el mar.
Y si sólo se alojan encima de ambulancias, coches de policía, y camiones de bomberos…

Y si Cenicienta limpió toda su vida la casa de su madastra.
Y si cuando murió ésta, limpió la de sus hermanastras.

Y si…

sábado, 25 de octubre de 2008

DE AMORES Y MACETAS



Te obligaron a dejar tu casa y a venir a la de ellos. Te sentiste colcha vieja que tendieron sobre esa cama de hospital. No la habían comprado para ti, no, ya la tenían de antes, de cuando enfermó la madre de Fernando y tuvo que pasar dos años inmóvil, hasta que murió.

Ellos todos los días fuera, trabajando, y tú allí, postrada durante horas, pendiente de que alguno de todos ellos regrese y te dé un poco de conversación. Maldito bordillo, malditos zapatos, maldita cadera, que truncaron tu vida de viuda, de calceta, paseos y televisión.

Ahora es lo único que ves, son prácticamente las únicas voces que oyes al cabo del día. Bueno, hasta hace una semana, cuando la primavera llevaba viviendo un mes. Tu hija dejó descorrida la cortina antes de marcharse. El comienzo del día avanzaba que iba a salir el sol. Te entretuviste contando las flores que estaban saliendo en las macetas de tu repisa. Cuando te aburriste, comenzaste a mirar las de los vecinos de enfrente. Desde tu posición no tenías alcance mas que a dos pisos. En el segundo no había macetas. Qué triste te pareció, eran ventanas desnudas, pensaste que serían de gente joven. En el tercero sí había pero no tenían flores. Sólo las llenaba el verde, menos en una. Creíste que te fallaba la vista, pero no, la cadera podía estar fracturada por varios lugares, pero los ojos todavía conservaban juventud. En la tercera maceta destacaba un alhelí morado de papel. Te sorprendió, pero conociendo el lenguaje de las flores imaginaste que quien viviera allí tenía el don de la modestia y también de la hermosura. Y no te equivocaste cuando le viste a él abrir la ventana. Tenía el pelo de nieve, como tú cuando no ibas a la peluquería. Llevaba gafas, casi transparentes, que no podían esconder sus ojos color campo. Con ellos te vio allí, tendida en la cama. Sonrió, como ya no te acordabas que podía sonreír un hombre y te saludó con la mano. Y qué manos, estaban cuidadas, eran suaves, con dedos alargados. Delataban trabajos de intelecto que habían impedido que se estropearan. Le devolviste el saludo, y la sonrisa. Pensaste que tenías que estar horrible, pero no te atreviste ni a comprobar tu peinado. Parece que él abrió la boca y que te dijo algo, pero tu ventana estaba cerrada y le hiciste gestos de que no podías oír. Él lo entendió, volvió a sonreír y se despidió.

Ese día no encendiste la tele. Esperaste con la mirada fija en su ventana, por si la volvía a abrir. Te sonrojaste por los pensamientos que cruzaron tu mente, también tu cuerpo. A la tarde cuando llegó tu hija le preguntaste quién vivía en el tercero, en las ventanas de las macetas llenas de verde y de un alhelí morado. Y te enteraste que se llamaba Vicente, y que estaba viudo hace tres años, como tú, y que vivía sólo, como tú, hasta ahora, y que era muy buen vecino y muy educado, porque había sido profesor, ahora ya estaba jubilado. Esa noche no te dolió la cadera, ni la cama de hospital.

Al día siguiente le pediste a tu hija que dejara la ventana abierta, te dijo que igual ibas a tener frío, pero le enseñaste los colores que tenías en la cara, y te hizo caso. Tú, Rosa, ya sabías el por qué de tus sonrojos, y las ganas que tenías de que se fueran hoy todos de casa. Y él no tardó mucho en aparecer en la ventana, y te pareció aún más guapo que ayer. Y le hablaste, y te habló, hoy podíais escucharos. Y le contaste lo de tu rotura de cadera, y que tu hija y tu yerno habían preferido que te curases en su casa. Y los dos supisteis que erais viudos, y que tú tenías otro hijo, y el también, y vivía en Córdoba. Te contó su afición a hacer flores de papel y a la lectura, también a pasear. Y ese día tampoco encendiste la tele, porque estuviste hablando dos horas con él, y el resto del tiempo lo dedicaste a soñar.

Y así ha sido toda la semana, menos ayer, que Vicente no apareció en la ventana, y pasaste frío porque el aire se levantó con fuerza y se cayeron los pétalos del alhelí morado. Anoche te dolió la cadera.

Hoy cuando tu hija se ha ido a trabajar le has dicho que te deje la ventana cerrada y has encendido el televisor. Has estado mirando de reojo hacia su casa. No sabes en qué momento lo ha hecho, pero en una de las macetas ha puesto una rosa blanca y una rosa roja, y has sabido lo que te quería decir: "El fuego de tu mirada me abrasa el corazón". Seguido, has apagado el televisor.


Este relato lo edité en el libro "Caríbdís" en un taller donde habitaban mujeres de todas las edades. Desde 30 hasta 70. De lo más enriquecedor.

sábado, 18 de octubre de 2008

ESTA NOCHE...

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Hoy yo he sido el elegido.
Ella me ha llevado a su cama.
Me ha tratado con cariño.
Quería conocer lo que había dentro de mí.
Hemos estado juntos durante horas.
Me he dado cuenta que le gustaba.
Que le hacía soñar.
He conseguido llevarla a otros mundos,
a otros lugares.
Cuando ella se ha sentido cansada
me ha dicho un hasta mañana
mientras me colocaba al otro lado de su almohada.

Hay quien duerme con el ser amado,
incluso el odiado.
Hay quien duerme con osos de peluches.
Ella… duerme con libros

¿Y tú?...

viernes, 10 de octubre de 2008

¡HEMOS APROBADO!




Manos de hombre…
Y manos de mujer…
Se atreven a tocar cuerpos desconocidos…

Llenan sus dorsos de crema
y friccionan uno contra el otro
intentando caldearlos,
antes de posarse en esa figura semidesnuda..
que les espera tumbada...

Calientan la zona…
La amasan…
La vacían…

Mientras… un hombre fuerte y seguro les dirige…
les mira…
les observa…
les dice lo que tienen que hacer…
Pero su hablar es suave y amigable…

Manos de hombre…
Y manos de mujer…
que alivian dolores…
que calman…
que relajan…
que amasan…
que vacían…

El hombre que enseña les dice que se despidan.
El tiempo marcado ha llegado a su fin.

Y unos dedos… dicen adiós a ese cuerpo...
que hoy…
han tenido que masajear…

Esto va dedicado a vosotros… compañeros y profes
¡Felicidades por el aprobado!
Hemos disfrutado mucho del curso todos juntos.
El equipo ha sido estupendo.
Claro que si no hubiera existido la teórica....
Lo que hemos sufrido con ella... Aaayyyy...
Pero… es necesaria… Así que...


Y creo que todos estaréis de acuerdo... que gran mérito del curso práctico… ha sido gracias a nuestro súper profe.
Nos ha enseñado durante muchas horas. Ha sido serio cuando tenía que serlo. Pero ha conseguido que nos divirtiéramos haciéndolo.


¡Abrazos para todos!

Y bueno… imagino que a partir de ahora… mis Familiares y Amigos… van a estar más que encantados con mi nueva faceta terapéutica…
Cuando la ponga en práctica... con ellos… JA, JA